Bale saca su katana
Gareth Bale tiene una katana en la pierna izquierda. Muchas veces no la desenfunda, pero cuando lo hace –que suele coincidir con los partidos de mucho foco– destripa al más pintado. Con ella asaeteó al bullicioso Kashima japonés, que plantó cara al Real Madrid en los primeros 20 minutos y se rindió después. El galés selló el triunfo con un espectacular hat-trick y metió a los de Solari directos a la final del Mundial de Clubes donde le espera el Al Ain local.
Con la alargada sombra de José Mourinho sobrevolando sobre su cabeza como los buitres que salían en el programa de Félix Rodríguez de la Fuente, compuso Solari su alineación para las semifinales del Mundial de Clubes. Sí, Mundial. Joda a quien joda esto es un Mundial, eso del Mundialito es un invento de quienes pretenden restar méritos a los éxitos del Real Madrid.
Perdón que me enrollo más que el gitano de la tómbola. Del once hablábamos. Jugaban todos los titularísimos menos Casemiro, que sigue lesionado. Más o menos, los de los últimos cuatro años, que tampoco es novedad. Lean: Courtois; Carvajal, Varane, Ramos, Marcelo; Llorente, Kroos, Modric; Lucas, Bale y Benzema.
Salió el Real Madrid más dormido que un funcionario un lunes. Igual que en otros partidos de cuyo nombre no quiero acordarme, los blancos regalaron sendas ocasiones al Kashima en los primeros dos minutos. Pudieron costarle dos goles. El primero lo evitó Courtois con una mano espectacular y el segundo, a Nagaki le faltaron unos centímetros de nada para cabecear el córner en boca de gol.
La presión altísima de Kashima pilló por sorpresa a un Real Madrid incapaz de sacudirse a los japoneses, pegajosos como si se hubieran untado de tofe. Con el dominio nipón los blancos se limitaban a buscar balones largos a Gareth Bale y a un activo Benzema y a esperar que al Kashima se le fuera el gas.
Dominio japonés
Las marcas individuales, obedientes e impetuosas, de los jugadores del Kashima incomodaban al Real Madrid donde sólo Benzema se atrevía a infiltrarse entre las huestes niponas. Poco a poco, los blancos empezaban a madurar el partido en torno a la pelota. Era imposible que los japoneses no se cansaran de tanto correr.
Se fue asomando el Real Madrid al área del Kashima, pero palabrita del Niño Jesús que se pasaron los primeros 25 minutos sin que probaran al portero japonés, de nombre Kwon-Sun Tae, que parece un tipo de sushi. Volvió a aparecer Courtois en el 26 para salvar un mano a mano, aunque lo hiciera con los pies.
Gareth Bale tuvo la primera ocasión clara para el Real Madrid al filo de la media hora, pero su volea interruptus dentro del área no encontró la pelota. El gol le hacía la cobra al galés ante la desesperación de Solari. También Kroos tuvo un disparo después desde fuera del área, pero le salió más centrado y flojito que un concejal de Ciudadanos.
Marcelo, qué bueno que viniste
Bale se enchufó al partido a partir de la media hora. Un buen pase de Marcelo para el galés se convirtió en un centro medido para que Benzema, que se incorporaba al área grande con retraso, cabeceara fuera. El Real Madrid empezaba a ser Pablo Casado en el PP: el dueño del patido.
Tardó en abrir la lata japonesa pero lo hizo justo a tiempo. Fue una acción de izquierdas. Bale y Marcelo dibujaron una pared que sólo sale en el FIFA. El genio brasileño habilitó al galés para que se plantara ante el portero del Kashima y le batiera con un tiro raso y cruzado justo a un minuto de que el colegiado señalara el descanso.
De salida en la reanudación el Real Madrid optó por dormir el partido mientras el Kashima no sabía si ir o quedarse. Tuvo el 2-0 Benzema después de una acción de Bale, que estaba comodísimo en la banda izquierda. El remate de Karim lo sacó bajo palos un defensor japonés. Sí aprovecharía Bale un regalo posterior de Shuto y Sheun-Hyun. El galés supo sacar partido al regalo nipón y marcar el tercero.
Bale, el destructor
El show de Bale seguiría un par de minutos después con el tercero. Otra vez asistencia de Marcelo y otra vez un disparo seco del galés, que empezaba a ponerse la capa de superhéroe del Real Madrid que Cristiano Ronaldo vistió tantas veces como Ramón García pero que el galés nunca ha querido lucir con frecuencia.
A Solari, con toda la razón, le faltó tiempo para quitarle y sacar a Asensio. Había que cuidarle como fuera. Salió Asensio a la hora del partido. El duelo ya era del Real Madrid a tumba abierta. El Kashima se había hecho el harakiri en el segundo tiempo y los blancos ya se veían en la final del Mundial de Clubes 2018.
Isco fue el segundo cambio de Solari. Suplió a un Lucas Vázquez que tuvo el 4-0 en un mano a mano en el que se intentó adornar demasiado. El malagueño salió con el partido resuelto y sin nada que perder. Corrijo. El Real Madrid perdía a Marco Asensio, que recaía de su lesión muscular a los pocos minutos de saltar al césped. Le sustituía Casemiro, que disputaba sus primeros minutos después de la lesión.
Se estiró el Kashima e incluso llegó a marcar un gol en el 77, pero el colegiado lo anuló. Pidió el comodín del VAR, que rectificó al árbitro porque el jugador japonés que había marcado estaba en fuera de juego. Doi daba una pequeña esperanza a su equipo, aunque no quedara mucho tiempo. Pasaron los minutos y el susto se quedó en eso. El Real Madrid certificó una victoria cómoda y se metió como estaba previsto en la final del Mundial de Clubes 2018.